Cuando pensamos en nuestro llamado, frecuentemente pensamos en nuestra vocación. Tratamos de entender si fuimos llamadas para ser maestras, enfermeras, ingenieras o arquitectas. Pero nuestro llamado va más allá de nuestra vocación. El llamado de Dios para nuestras vidas es multifacético. Incluye tu trabajo, tu vida espiritual, y tu vida familiar. Tu llamado ya había sido preparado específicamente para ti mucho antes de que tú te preocuparas por lo que querías ser.
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:10
Tú eres su obra maestra
Hemos sido creadas y renovadas por Dios. Él tomó un vaso roto y lo remendó. Él tomó lo que estaba muerto y le dio vida. Él nos tomó cuando estábamos perdidas y nos dio salvación. Somos su creación y ahora somos sus hijas amadas.
Creadas en Cristo Jesús para buenas obras
De la manera en que te conviertes en su obra maestra es a través del trabajo y del sacrificio que Jesús hizo por nosotras. Siempre todo nos lleva a Jesús, ¿No es así? Él se despojó de todo lo que tenía para dárnoslo. No teníamos nada y se nos fue dado todo: Nos dio una nueva vida, un nuevo corazón, un nuevo futuro, y buenas obras para su gloria.
Las cuales preparo de antemano
Estas “buenas obras” no fueron ideadas al azar por Dios. Él las preparó de antemano. Mucho antes de que tú fueras sostenida en los brazos de tus padres, él ya había preparado el rol específico, que se adecuaran a tu personalidad y a tu temperamento. Por lo tanto cada rol que desempeñas es importante y precioso.
Para que anduviéramos en ellas
Esta es la parte más difícil porque, cuando hay que hacerlo, no nos gusta lo que él nos ha llamado a hacer. Cada día él nos llama para hacerlo mejor, cuidar a nuestros hijos con paciencia y bondad. Él nos llama a preparar la cena para nuestra familia, hacer las compras del supermercado, cambiar algunos pañales, reunirnos con una amiga, limpiar nuestra casa, doblar ropa, hornear galletas, nos manda hacerlo con amor sin estar quejándonos.
Él nos llama a estar cerca de él a través de la oración, de conocerlo por medio de su palabra, y a confiar en él en todas las áreas de nuestra vida.
Es muy fácil que el temor nos abarque, haciéndonos creer que estamos perdiendo mucho, por hacer o acudir al llamado que Dios nos hizo. Pensando que seguramente hay algo mejor, algo más grande que hacer.
Las buenas obras que Dios diseñó para nosotras son mejores y más valiosas que las que nosotras pudiéramos hacer en nuestro propio esfuerzo, porque fueron preparadas para nosotras antes de la fundación del mundo por Dios. Él sabe que es lo mejor para nosotras, así que se valiente en caminar en ellas, es decir, realizarlas y hacerlas. Aprende a ver su valor y encuentra alegría en lo que podríamos llamar ordinario.
En cada momento Dios nos llama a hacer grandes cosas, como dejar nuestro trabajo, retomar nuestros estudios, o quedarnos en casa con nuestros hijos. A veces sentimos que el Señor nos está guiando a dejar lo que nosotras creemos que es lo mejor y nos mueve a un lugar nuevo para el propósito del ministerio.
Cuando sientas que Dios te ha llamado a hacer algo radical, no tengas miedo. Si Dios te ha llamado a hacerlo, ya sea algo grande o pequeño, el estará contigo a través del proceso. Dándote todo lo que necesitas en tu vida para realizar tu llamado.
No importa si es grande o pequeño, pídele a Dios que te ayude a ver todo lo bueno y valioso que hay en cada llamado y buenas obras que él ha puesto en tu vida, y miraras que tu gozo crece.
Buscando a Jesús
Jen
Efesios 2:10 es uno de mis versos favoritos de la Biblia. Gracias por este recordatorio y animarnos a ir tras aquello a lo cual Dios nos ha llamado.